martes, 20 de mayo de 2008

“¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios?”. Este es el título de un artículo hoy en el País, acerca de la estructura cerebral que aloja la creencia religiosa. Ni el mismísimo Rouco disfrazado de científico hubiera escrito un enuncio tan fino. “La religión es producto de la selección natural […] sería un carácter que da una ventaja a la especie humana”. Como dijo Sartre rebatiendo toda la cultura ética de veinte siglos atrás la naturalidad no está equiparada con bondad, y además, ¿Qué ventaja? Como respuesta a esa pregunta el artículo apela a la sociabilidad y al miedo a la muerte, sin contar como dicen que la religión ayuda a controlar el ansia de no saber. Un salmo en defensa de la incultura y lo ancestral esta vez con tintes científicos. Es inútil y me parece vergonzoso que la religión, con los creyentes como representantes se vea obligada a recurrir a la ciencia para dar tintes de verosimilitud a una farsa imposible de sostener ya. Y lo que es aún peor, hacer alarde de la incomprensión, de la incultura y de la debilidad, culpables de la creación de dicho cuento no hace sino agravar la acción, triste en si misma. Religión, opio del pueblo…

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