Hoy he leído que el famoso “realitie” de televisión Gran Hermano, en su novena edición, sí han leído bien, novena, cuenta con más de 3.457.000 espectadores que se dice pronto. Tres millones y pico de individuos apoltronados en el sofá absorbiendo bazofia por osmosis todas las tardes. Luego nos sorprenderá que cierto informe saque a la luz que los jóvenes no leemos. Como vamos a leer pudiendo repanchingarnos en nuestro más que habitual asiento para observar como cinco monos de feria balbucean mediocres guiones para conseguir meterse en ese querido mundo del famoseo, el tomate o como quieran llamarlo. Porque aparte de los 300.000 euros de premio con los que se recompensa la “hazaña” dice el periódico, estupidez más bien diría yo, el principal objetivo de estos zopencos musculitos y rubias tetonas sin una pizca de cerebro es el hacerse un hueco en esos lujosos platós de tele bodrio en los que berrearán aún mas que entre las cuatro paredes de plástico en las que han estado confinados no se cuantos meses. Todo sea por la expansión de la cultura. Demasiado por hoy, me voy a ver la tele.
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