jueves, 31 de enero de 2008

Fantasía de la vida


Duerme la ciudad. Calles mojadas, vacías, después de un día de una lluvia constante, cansada. La pareja del quinto vuelve a discutir como de costumbre, la misma costumbre que hace a todo el edificio no descolgar el teléfono y llamar a la policía. Él acaba de llegar, borracho de trabajo y güisqui. “¡Zorra!” aúllan las paredes. En mi cabeza pido que se callen. “¡Que me deje dormir!, ¡Que la mate!”. Otro grito, un cristal roto, un portazo. Ella llora algo al final de la escalera que no distingo. Al final cesan los gritos y me alegro. El temprano alarido de una vecina anuncia el fatal desenlace. Él ha huido colgado de una soga balanceándose en círculos sobre el cuerpo de aquella…aquella a la que un día dijo te quiero, aquella por la que solía mostrar cariño, inexistente, aquella que se aferró con un “sí quiero” al infierno, su infierno. Un infierno de insultos, golpes y silencio. Y todo por amor de un sexo superior, basto y cobarde, incapaz de pedir perdón de sentir siquiera una leve sensación de remordimiento…de lástima ¿Qué es esto comparado con el miedo y la impotencia? Nada, como ella, un simple objeto al que reprimir, dar la vida, la felicidad o la muerte, a mi antojo. Por derecho propio, por ser mía…

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